Monday, June 22, 2020

Los Refugios (Proyecto de Libro álbum)



Los Refugios

                                Mirella Musri


Los fui descubriendo poco a poco. 

Los refugios.

Eran lugares adónde iban algunas personas.

Lugares apartados. 

Cerca de la naturaleza y lejos de todo. 

Eran muchos y muy variados. 

Estaban por ejemplo los refugios de montaña adonde la gente iba para estar

tranquila y meditar.

También había refugios de música, que eran unas cápsulas transparentes tornasoladas y modernas.

Cada una tenía un instrumento distinto.






Todos estaban elevados del suelo y se podía llegar a ellos a través de distintos tipos de escaleras. 

Los refugios de libros eran lugares donde los niños o adultos se podían quedar leyendo horas y horas;

y en los cuales el tiempo parecía detenerse. 

Había refugios para pintar también: eran unos cuartos totalmente vidriados en los

que se podía ver el paisaje en su totalidad. Tenían toda clase de materiales: papeles, telas y pinturas. 












Con el tiempo los fui conociendo a todos:

Refugios para mascotas, refugios de baile, refugios de yoga, deportes, hasta había refugios de personas

en los cuales una se podía refugiar en la otra.


Después de dar muchas vueltas y pensarlo bastante me decidí a entrar en uno. No era una cosa fácil, debía superar una serie de pruebas que demostraban que realmente estaba interesada en ir a un refugio, quizás para no volver jamás. 

Pasé cada una de las arduas pruebas sin problemas y por suerte, luego de un tiempo, fui aceptada.


Me sumergí en el refugio de libros.

Debía subir una escalera endeble y llegar hasta una hoja de camalote gigante, que a su vez pendía de un colgante de hierro. 

Una vez acostada en el refugio podía moverme un poco. Se generaba un pequeño balanceo que era muy placentero y ayudaba a sumergirse en los libros.


La verdad es que se la pasaba bien adentro del refugio. Cada tanto veía a lo lejos a los otros refugios cercanos y nos saludábamos con los otros habitantes.


..













Un día, mientras dormía plácidamente, escuchando el ruido de las hojas, sentí un olor a humo muy fuerte.

Pude darme cuenta que venía desde abajo, era una nube enorme y gris. Entonces bajé corriendo, asustada.

Recorrí los senderos guiándome por el humo, que se volvía cada vez más y más intenso.




Hasta que los vi.

Allí estaban: todos los "refugiados".

Danzando juntos, alrededor de un enorme círculo

de fuego.




Les pregunté si me podía unir a ellos.

Asintieron.


Y allí descubrí que no se encontraban solos,

estaban la mayor parte del tiempo cada uno en su propio mundo,

pero cuando querían podían salir de él y encontrarse con otros.


Esos encuentros eran mágicos.


 

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